Sofá Verde.

Trepaba en tu sofá verde, ese que los ultimos momentos, te miraba de arriba abajo y me daba cuenta de que la belleza, mi belleza, eras tu. Asi que me limitaba a mirarte mucho rato seguido, siempre fijos mis ojos en ti y a decirte con los ojos que nunca había visto nada tan bonito. Tu te sonrojabas (me encanta tu sonrojo) y sonreías con cara pícara de niña buena que quiere ser mala y traviesa.

Y entonces te agachabas sobre mi y me dabas uno de tus besos sonoros. Y a mi se me enganchaban esos besos en la traquea y se me quedaban allí varias horas, porque no podía tragarlos.

Era algo así como lo que se siente al llorar, pero lleno de colores.

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